lunes, 24 de octubre de 2011

Catástrofes evitables

Lo confieso: me gustan las películas catastrofistas y no suelo hacer ascos a ninguna de ellas: meteoritos, terremotos, inundaciones, olas gigantes, volcanes, invasiones de hormigas, abejas, arañas, zombis y extraterrestres, reactores nucleares recalentados, bioterroristas (lo de bio suena a buen rollito, pero si quieres un consejo de experta no te fíes) y epidemias mortíferas. Esta baja pasión es la que me llevó este fin de semana al cine a ver Contagio, que tiene tantos actorazos que olía a merecido homenaje y puesta al día en el género catastrofista, que ya iba siendo hora.

La peli funciona según lo previsible en estos casos y arranca con la mutación de un virus que salta la barrera de las especies en Hong Kong: murciélago - cerdo - cocinero (cerdo) - mujer ejecutiva (y adúltera). Aún no sé muy bien qué pensar al respecto. Total, que a partir de aquí se desencadena la esperada epidemia mundial a través del periplo de esta buena mujer por los aeropuertos internacionales en su regreso al hogar. El virus es de los que mata rapidito, lo cual es de agradecer ya que colapsa lo justo el sistema sanitario, y no existe tratamiento ni vacuna, por lo que bajo el liderazgo de los CDC y de la OMS la maquinaria se pone en marcha de forma silenciosa, eficiente y altruista con el objetivo de fabricar vacunas a toda pastilla.

La puesta al día en el género catastrofista no podía pasar por alto el papel de las redes sociales en una situación de pandemia de esas que te dejan aislado en casa. Así, uno de los malos es un muy visitado bloguero al que las fuentes sanitarias ningunean por ser “de internet” y que se pasa al lado oscuro vendiéndose al capital de la industria… homeopática. De verdad que me daba un poco de risa ver al hombre con un trajecito antivirus hecho con bolsas de estar por casa recorriendo las calles y atizando a las masas con octavillas (¿para qué usar el facebook?) en las que asegura que tal producto homeopático cura el virus. Y como el hombre tiene algún que otro millón de visitantes únicos (en internet, lo de las octavillas no está cuantificado), pues aparecen hordas de gente desesperada asaltando las farmacias en busca de su remedio homeopático.

Otra imagen imborrable que Contagio ha dejado en mi memoria es el sorteo de los primeros cargamentos de vacunas entre la población norteamericana en función del día de nacimiento. La puesta en escena del sorteo no desmerece para nada los sorteos más cutres con bombo y bola que se emiten por nuestras lares, por lo que también me daba risa ­–confieso- imaginarme a Pajín, a Pastor o a Boí en tales circunstancias. Si los protocolos internacionales no prevén nada más elegante al respecto habría que revisarlos, por favor.

Y mi moraleja: me da a mi que más que hablar de saltar la barrera de las especies hay que hablar de la barrera de las clases sociales: o vas en avión o no vas en avión. Por eso, ahora lo entiendo, siempre hay virus muy mortíferos y altamente contagiosos matando a gente en remotos poblados asiáticos y africanos y no pasa nada. Y es que el peligro está en el aire, y no es sólo el zumo de naranja.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Joroña que joroña

La sombra de Grecia es alargada. A estas alturas a la abuela del yogur griego le han bajado su pensión un 30%, con lo que no le ha quedado más remedio que pasarse a una marca blanca de leche fermentada, y su yerno el funcionario lleva tres días frente al hermoso mar azul preguntándose qué ha pasado con su empleo, aquel que era para toda la vida.

El resto seguimos atónitos el devenir de las cosas y de las bolsas, oyendo ya demasiado a menudo aquello de que «España no es Grecia». Qué risa. Precisamente el presidente catalán, Artur Mas, reñía ayer a los médicos catalanes, que andan revolucionados y amenazan con huelgas para la próxima semana, diciéndoles que no se pasen un pelo si no quieren acabar a la griega.

Pero en los grandes hospitales catalanes y algunas áreas de salud los ánimos están muy muy caldeados. Allí donde no llegó el ahorro en quirófanos, el cierre de plantas o el despido de interinos y suplentes de este largo verano, van a tener que llegar los médicos con sus nómimas. Los recortes son de tal envergadura que en algunos casos suponen el 30% de los ingresos, una cifra que confieso que a mi me parecía irreal, pero que me ha confirmado gente seria del sector: fuera complemento de jornada partida, reducción del precio de hora de guardia (de 15 a 12 euros), transformación de la jornada en turnos deslizantes para cubrir las horas en que no habrá médico de guardia, pérdida de complementos objetivos durante un año y otros complementos durante los próximos 3 meses. Y en enero, pues ya veremos qué pasa.

Circula estos días por los hospitales una carta dirigida al presidente de la Generalitat que está siendo firmada por todos los jefes de servicio, en la que se alerta de los riesgos de tal precarización sobre la calidad de la asistencia sanitaria y la formación de nuevos profesionales. Se erigen en defensores de sus intereses y de nuestros derechos y se aferran a la calidad del sistema, pero eso al sistema ahora le importa un pito, sólo quiere enlentecer la hemorragia a la espera de la próxima transfusión presupuestaria.

Este otoño se prepara largo, pues de repente se está acabando el dinero y va a ser como una agónica llegada a fin de mes con la visa petada. En Cataluña esta misma semana se ha anunciado que la Generalitat retrasará las transferencias corrientes a las universidades catalanas y que se alarga el plazo para pagar a las farmacias hasta el 31 de diciembre. Menos mal que España no es Grecia.


                    Vídeoblog de Miquel Vilardell, presidente del COMB

martes, 26 de julio de 2011

Sin noticias de Boi (Ruiz)

Empieza a ser algo cansino tener que recurrir a la prensa para enterarme de qué ocurre en el Departamento de Salud catalán, que ha entrado en una especie de agujero negro en lo que a política comunicativa se refiere. Ya sé que no hay ocasiones de dar buenas noticias de esas que tanto agradan a políticos y gestores, pero hay que estar a las duras y a las maduras, o como se dice en argot actual, también hay que saber gestionar la comunicación en tiempo de crisis.

Hoy El País cuenta con todo lujo de detalles que 40 centros de salud catalanes van a cerrar sus puertas en agosto (como quien dice pasado mañana), que no se sabe si volverán a abrir o no en septiembre, que algunas localidades se quedan sin CAP, que habrá que derivar a miles de vecinos y otro tipo de lindezas. Y todo ello aderezado con declaraciones de sindicalistas, ciudadanos, y un portavoz de Salud con vocación de garganta profunda que no da su nombre ni cargo. La noticia (mala) más importante del año y resulta que es políticamente anónima.

Y no sólo eso, sino que su publicación en El País (tiro la piedra), su no publicación (escondo la mano) en la web del Departamento y las fechas en que estamos, con medio país pensando en las vacaciones (el otro medio tiene vacaciones perpetuas) es un plan comunicativo digno del maligno Dr Doofenshmirtz's. Para aquellos que no lo conozcan es el malo remalo de la serie infantil Phineas y Ferb. Con su canción de amor y la esperanza de que los malos también tengan su corazoncito dejo este blog para irme de vacaciones. Igualito igualito que estos 40 CAPS, sus trabajadores y sus pacientes.



PD: A las pocas horas de publicar este post me llega un mail del  Departament de Salut que desmiente la información de El País y dice que "sólo" cierran 28 centros, no 40. Y que los 12 restantes a los que hace mención reducen sus horarios de forma temporal dentro del Plan de Reordenación de Urgencias. Pero yo sigo sin encontrar información clara en su web con nombres y apellidos de los centros afectados. Lo dicho.


martes, 19 de julio de 2011

Relato de una represión sanitaria

Conocí a Roberto hace ya un par de años, y como sucede a menudo en estos tiempos, nuestro encuentro fue por internet. Por mail hablamos desde aquel día –curiosamente ahora me doy cuenta de que aún no he escuchado su voz y conseguí que se sumara a las corta lista de médicos que publican en nuestra sección de Opinión.

Mi búsqueda empezó por los foros sanitarios, a la caza de un perfil fresco, de un residente prometedor capaz de conectar con nuestros lectores más jóvenes y sus preocupaciones. Al poco descubrí que el joven había salido poeta y que para él los temas profesionales se quedan cortos, porque su mirada va mucho más allá; abarca la vida entera, lo visible y lo invisible. Constaté que era uno de aquellos cuyo reino no es de este mundo, pero sus relatos me engancharon como pocos y sigo publicándolos siempre que puedo.

Ayer tropecé con su nombre en Twitter de la mano de Rafa Bravo, otro profesional íntegro con el que tengo el placer de colaborar en otros proyectos editoriales. A través de su tweet me enteré del desenlace del periodo de residencia de Roberto, muy tormentoso en los últimos tiempos… No os cuento más, pues toda la historia viene narrada por el protagonista en su blog. Que cada uno juzgue a su saber y entender, pero en su testimonio, todo un manifiesto de una forma de entender la medicina, yo sólo veo a un profesional íntegro dispuesto a defender sus ideas. Espero que sus ganas de ser médico no se hayan truncado al inicio del camino: los médicos honestos y poetas son un material frágil, pero muy valioso para el sistema y para los pacientes.

miércoles, 13 de julio de 2011

Un modelo en apuros

Una cosa es lo que somos y otra muy diferente lo que nos gustaría ser. Y con todo esto del modelo español de salud me da a mi que ambos conceptos distan mucho entre sí, y más ahora que la crisis está empezando a echar sus garras sobre nuestro sistema público. Un sistema al que todo el mundo echa enormes piropos pero que yo diría que nunca dejó de ser, ni aún en los mejores tiempos, un tipo canijo e infraalimentado.

Como la infraalimentación crónica que padece la atención primaria en nuestro país, que tardó nada más ni nada menos que 25 años en desplegarse. Cuando las arcas estaban llenas nos dedicamos a hacer Centros de Salud de diseño y muy sostenibles, que está muy bien, pero no se pensó en invertir para bajar los cupos de pacientes. De hecho yo diría que nadie recordaba su existencia hasta que una pandilla de románticos se inventó la Plataforma Diez Minutos y nos recordó que había médicos que soñaban con poder dedicar esa cifra redonda a sus pacientes.

Pero para cifras redondas las que ha presentado esta semana el CAPS (Centre d’Anàlisi i Programes Sanitaris www.caps.cat) analizando los presupuestos sanitarios catalanes. Vaya por delante mi incapacidad de análisis económico, pero también la solvencia de las personas que están detrás de dicho informe, así que paso a resaltar algunas de sus perlas:

  • Si se suma la diferencia inicial, el gasto ya realizado y transferido al presupuesto 2011 y el incremento del IPC, el presupuesto de 2011 conlleva una disminución del 17,7% respecto al ejercicio anterior.
  • El capítulo de personal no administrativo disminuye en un 7,41% en los centros públicos y un porcentaje similar en la sanidad concertada. Las consecuencias sobre los empleos sanitarios aún están por ver, pero se estima que hasta 7.000 profesionales y trabajadores sanitarios podrían perder su empleo durante este año.
  • En España el gasto público en salud supone un 6,7% del PIB, porcentaje inferior al promedio de los 27 países europeos (7,4%). En Cataluña aún es menor: 5,86 del PIB.
  • El gasto público en salud per cápita en España (datos del 2008) era de 1.554 euros (país número 21 de la OCDE). En Cataluña, el gasto per cápita para 2011 será de 1.201 euros, cifra que ya se alcanzó en 2007 .

Aún recuerdo el actual alcalde de Barcelona, Xavier Trias, cuando era consejero de catalán de sanidad, contándonos a los periodistas una y otra vez hace ya veinte años las excelencias del «modelo catalán» de sanidad, un modelo que, paradojas de la política, vuelve a las mismas manos más desnutrido que nunca. No entiendo de números, pero a estas alturas me da a mi que no era un modelo, era un espejismo.



jueves, 26 de mayo de 2011

Una noche de mayo

Cada mes de mayo en Ediciones ídem vivimos uno de los acontecimientos que marca nuestra agenda anual, y van ya 24: la entrega de los premios Mayo. Son noches en las que siempre pasan cosas, al menos eso me gusta creer, y la del 19 no fue la excepción.

Este año me quedo sobre todo con el agradecimiento. El agradecimiento y satisfacción que nos hicieron sentir todos los premiados y que tengo la sensación de que esta vez fue mucho más allá de una mera fórmula protocoloria. Todos nos quisieron transmitir que en estos tiempos, más que nunca, agradecían enormemente el reconocimiento de que sigue habiendo profesionales y empresas que hacen un gran trabajo de forma silente e inenterrumpida. Los profesionales sanitarios, representados por Miquel Vilardell y el presidente del Consejo de Colegios Farmacéuticos, Jordi de Dalmases, agradecieron sinceramente disfrutar de una noche de premios en medio del panorama de recortes prespuestarios y de serias dificultades económicas para muchas oficinas de farmacia. Las compañías farmacéuticas, por su parte, agradecieron también el reconocimientos a su trabajo de I+D+I y de expansión internacional. Parece como si la crisis hubiera hecho más visible su valor como empresas innovadoras y creadores de riqueza. Por eso, este año los agradecimientos hacia ellos también sonaron más claros, fuertes y sinceros.

Los Premios Mayo siempre han querido ser una fiesta que reúne a todos los miembros de la "familia sanitaria". Y curiosamente este año todos parecíamos más unidos que nunca bajo el yugo de la crisis: la crisis del sector editorial, de las administraciones, de los presupuestos, la del mercado puro y duro. Todos éramos conscientes del esfuerzo que nos había supuesto llegar hasta allí y de lo incierto del futuro para muchos de nosotros. Creo sinceramente que esa noche todos fuimos más felices. Al menos por unas horas.

jueves, 12 de mayo de 2011

Homenaje a una doctora anónima

No hace mucho el lumbago me volvió a dejar clavada por enésima vez. Tras dos días de estar en casa y en vista de que la cosa iba para largo, me planté en mi centro de salud (CAP Manso) para pedir la baja. Como es habitual no conseguí cita con mi doctora para el mismo día y fui apuntada en una lista de “urgencias varias”, lo que viene a significar que te queda como mínimo una horita por delante de espera, ya que el enfermero al que fuí asignada iba sacando adelante su agenda del día y muy de vez en cuando intercalaba a alguno de los “urgentes” que le habían colado.

Me instalé en la sala de espera y no tardé en descubrir cerca un personaje que llamaba nuestra atención y despertaba todo nuestro pudor de forma pareja. Se trataba de un sin techo de mediana edad, muy alto, todavía fuerte a pesar de mostrar signos de deterioro, que cargaba con una voluminosa bolsa de pertenencias a la que no quitaba el ojo ni la mano y y un par de bolsas de supermercado, de una de las cuales asomaba un tetrabrick de vino abierto. El personaje en cuestión era, y espero no equivocarme, argentino, y disponía de dos dones frecuentes por esas tierras: una voz profunda e intensa y un discurso que sin duda habría sido rico y elaborado si no estuviera enturbiado por un enfado que enseguida relacioné con aquel vino. El hombre, que tenía todo el aspecto de haberse atildado a conciencia en una fuente y que a pesar de todo desprendía cierto aire de dignidad, se lamentaba de que estaba muy mal, de que estaba esperando que lo llamaran del Clínic para operarlo e intentaba arrastrarnos a su conversación sin éxito, pues todos andábamos disimulando y evitando cruzar nuestras miradas con él para no tener que participar en su monólogo.

La imagen era poderosa, pero también inesperada; no es que frecuente mucho el CAP, pero nunca hasta entonces había encontrado un sin techo o un mendigo en la sala de espera. Una doctora joven, que aparecía de vez en cuando para llamar a sus pacientes, fue interceptada por él en una de esas salidas. Creo que fuimos varios los que contuvimos la respiración, pero ella, con una naturalidad que me dejó pasmada, consultó su lista, miró tranquilamente a aquel hombre a la cara y le dijo de forma firme y cortés que estuviera tranquilo, que aún faltaban dos horas para su cita programada, que ella lo llamaría cuando llegase su turno.

El hombre insistió un poco en que él tenía cita, pero finalmente volvió a sentarse y a retomar su triste monólogo. Una hora después la doctora, tras llamar infructuosamente a varios pacientes que no estaban en la sala, invitó a pasar a aquel hombre, que cogió sus pesadas pertenencias y desapareció tras ella por la puerta de la consulta. Mi imaginación por entonces estaba totalmente desbocada: ¿Quién era aquel hombre? ¿qué le pasaba? ¿tendría que reconocerlo físicamente aquella doctora? ¿no sentiría repugnancia? ¿no tendría miedo si tenía que negarse a algún requerimiento de recetas o de ayudas? ¿habría algún compañero atento a cómo se desarrollaban las cosas en la consulta?

No pasó nada y pasó todo: al cabo de unos diez minutos aquel hombre salió de la consulta arrastrando los pies y su pesada carga. La doctora salía detrás de él en busca de un nuevo paciente y se despidieron de forma cortés. Se le notaba tranquilo, confortado, ya no hablaba al vacío mientras se dirigía lentamente a la salida. Aún recuerdo a aquella doctora, capaz de mirar a aquel hombre a los ojos sin miedo ni compasión. ¿Os he dicho ya que era muy joven?

miércoles, 11 de mayo de 2011

De burócratas, psicólogos y médicos

Según una encuesta realizada por SEMERGEN, los médicos de primaria consideran que aproximadamente el 30% de las consultas que realizan cada día son totalmente innecesarias. Las diferencias entre las comunidades autónomas no son muy significativas, aunque los datos acusan a Extremadura de ser la comunidad con más pacientes de esos que parecen ir a matar la tarde a la sala de espera de los ambulatorios.

Los médicos de primaria enumeran hasta 10 causas diferentes de consultas innecesarias, pero hay tres que se llevan la palma: la burocracia, las pequeñas dolencias de crónicos o somatizadores y la soledad. A la hora de plantear soluciones los médicos piden verse descargados de tareas como la elaboración de informes, visados, de partes de alta y baja, de las recetas de crónicos, de los justificantes de asistencia y las peticiones de pruebas complemetarias. A simple vista todos los aspectos aquí enumerados parecen fácilmente solventables por otros profesionales sanitarios y, en algunos casos, incluso por personal administrativo; sin embargo los 1.500 médicos de centros de salud públicos encuestados aseguran que estos temas siguen ocupando hoy día la mitad de las consultas innecesarias.

Me ha gustado ver que los médicos no piden abiertamente deshacerse de otros tipos de consultas igualmente “innecesarias”, como las que hacen de más los crónicos supercontroladores, las personas con pequeñas dolencias, los que somatizan e incluso a aquellos que por soledad, aburrimiento o problemas personales buscan en la consulta del médico algo de alivio. Forman parte del peaje por la cercanía del médico de familia, su accesibilidad, pero también por la gratuidad. Curiosamente, el 86% de los facultativos encuestados se muestra ahora favorable a implantar un sistema de copago, principalmente para reducir la utilización innecesaria de los recursos. ¿Es posible que se hayan cansado de ver desperdiciada día tras día una tercera parte de su jornada laboral?

SEMERGEN

martes, 10 de mayo de 2011

El discurso

Ando estos días ayudando a preparar un discurso para un tercero. Es un trabajito que me encargan cada año por estas fechas y que tiene una tendencia irracional a quedarse agazapado por alguna recóndita carpeta de asuntos pendientes. Hay mucho  miedo escénico,  pues aún  recuerdo la primera vez que al oír pronunciar mis palabras me sonrojé al constatar cómo en otra boca alcanzaban matices y tonos totalmente insospechados. Era lo mismo pero sonaba diferente, y me pareció que toda la sala se volvía hacia mi con mirada acusatoria.

Escuchar mis palabras me hizo ser consciente de la importancia de medirlas milimétricamente, de declarar como sospechosos los adjetivos y de poner directamente en cuarentena cualquier expresión con voluntad asertiva. Pero la lección definitiva me llegó a través de la tele, en un memorable capítulo de la serie El ala oeste de la Casa Blanca  en el que todo el gabinete del presidente se entrega durante varias semanas a elaborar el discurso sobre El Estado de la Nación. Durante esos días miembros del gabinete presidencial negocian con senadores, congresistas y lobbies cada adjetivo, cada promesa, cada valoración. Palabras aparentemente inocentes son motivo de reuniones maratonianas y de intensas negociaciones. Cuando el presidente hace su entrada en el Capitolio para pronunciar el discurso todo está bien sellado. Los fotógrafos y los medios se abalanzan sobre él, pero los artífices del discurso respiran tranquilos aún antes de empezar: han conseguido atar todas las palabras tan en corto que son ya inmunes a la interpretación.

 Toby Ziegler, un memorable jefe de gabinete
Wikipedia

lunes, 9 de mayo de 2011

¡Hola Mundo!

Al parecer esto es lo que balbucean los blogs recién nacidos nada más salir de la fábrica de contenidos, todos tan iguales, tan blanquitos.Pero la inocencia dura poco, y la relativa amabilidad de estos entornos hace muy fácil cargarlos de utilidades, muchas de ellas bajo sospecha de ser realmente tales. En ello estoy, intentando separar el grano de la paja.

Como periodista antigua (que no vieja) tengo que confesar que hasta ahora no he sido nada amante del mundo de los blogs, pues siempre he sospechado de un invento que consiste en hacerte escribir gratis lo que no hace mucho te pagaban religiosamente a tanto el espacio. Y no sólo esto, sino que no hacía falta que el espacio tuviera letra: los imprescindibles espacios en blanco (y alguno más que siempre se intenta colar) también entraban en la tarifa.

Pero no cabe duda de que los tiempos cambian, y en el último año me he visto envuelta en todo un proceso de reciclaje profesional que me ha hecho ponerme las pilas en muchos aspectos. Este blog era una de mis muchas asignaturas pendientes y el estreno de la nueva página http://www.sietediasmedicos.com/ la escusa perfecta para ponerme manos a la obra.

Hoy empieza este proyecto y lo hace desde cero. El trabajo que hay por delante da un poco de vértigo: hay que buscar los bloggeros a quien seguir (los que sigue todo el mundo en primaria, pero también estaría bien descubrir algo nuevo), hay que buscar tiempo para mantener todo esto de blog y del twitter con cierta vidilla sin dejar de lado el trabajo productivo (el equivalente a aquello de a tanto el espacio), y hay que buscarse la vida para ofrecer a los lectores algo que les interese y que haga visible a este blog en medio de la feroz competencia existente.

Eso sí, ayer conseguí superar con éxito el árduo problema de poner nombre a un blog, pues una simple búsqueda en Google me ha hecho descartar por reiterativas más de veinte opciones, todas ellas mejores que la actual. Pero en el fondo estoy satisfecha, pues el título también puede considerarse todo un homenaje a la medicina basada en la evidencia (MBE) de andar por casa y además si algún día lo traduzco al inglés quedará la mar de bien; hagan la prueba, tiene mucha musicalidad. Soy consciente de que cuando consiga un espacio en El Buscador por excelencia me encontrará gente que andará en busca de soluciones a un problema universal y no estará interesada en estos contenidos, pero en general los amantes de la cocina son una gente simpática que sabrá perdonarme la licencia.