Con el asunto Cavadas he hecho camino de ida y vuelta. Me indignó el empleo de un ejemplo tan sexista como innecesario a la hora de evocar los anhelos de algunos futuros médicos. Pero es que la entrevista, incluso la versión censurada, está llena de perlas. No es nadie haciendo amigos el susodicho Cavadas; las suelta a toda velocidad. Casi la misma a la que debió correr una alucinada Pino Alberola (la periodista) a la redacción con la grabadora bajo el brazo.
Para estar en la onda, saco de contexto algunas de las declaraciones que más me han impresionado:
«Todo el mundo prefiere que hayan empresas públicas porque así se puede hacer más el vago, coger más bajas, no tener a nadie que te exija una productividad y que te paguen trabajes o no»
«De lo que se trata es de que el sistema sea eficaz, pero por desgracia ese es un tributo de la privada. No se conocen empresas públicas eficaces»
«Me hace gracia que la gente se eche las manos a la cabeza porque un paciente pague por la comida. ¿Es que cuando está sano no come? Si estás sano te pagas la comida, pero resulta que si estás enfermo te invitan»
«Si mi consulta me va mal nadie me ayuda, pero con un banco no hay más remedio porque el barco se hunde. ¡Manda huevos! No es que haya o no dinero, es que no hay más cojones, aunque a todos nos repugne usar el dinero público para pagar el empacho y las orgías económicas de querer unos beneficios brutales»
«Uno puede ser el mayor hijo de puta del mundo, pero si me viene con un problema y entra dentro de mi pericia le intento ayudar. No trato de forma diferente a un Nobel de la Paz o a alguien que lleva una pulsera de alejamiento por maltratador».
Francamente, aún no sé si proponerle como Médico del Año o declararle persona non grata. Pero es que ambos compartimos anhelos poco correctos, como hacerle la cara nueva a algún maltratador.