lunes, 21 de mayo de 2012

El extraño caso del doctor Cavadas

Llevo un buen rato rebuscando por el Google y nada, no hay manera: la entrevista original del cirujano Cavadas donde se metía con las enfermeras ha desaparecido de la faz de internet. Ni rebuscando en la hemeroteca del diario en cuestión aparece la buena. No sólo se ha disculpado, sino que alguna mano amiga ha borrado sus declaraciones. Cómo mola la moviola ¿verdad? Mientras tanto todos los medios, hasta los mejores, linkando la noticia de sus disculpas a una entrevista censurada.

Con el asunto Cavadas he hecho camino de ida y vuelta. Me indignó el empleo de un ejemplo tan sexista como innecesario a la hora de evocar los anhelos de algunos futuros médicos. Pero es que la entrevista, incluso la versión censurada, está llena de perlas. No es nadie haciendo amigos el susodicho Cavadas; las suelta a toda velocidad. Casi la misma a la que debió correr una alucinada Pino Alberola (la periodista) a la redacción con la grabadora bajo el brazo.

Para estar en la onda, saco de contexto algunas de las declaraciones que más me han impresionado:

«Todo el mundo prefiere que hayan empresas públicas porque así se puede hacer más el vago, coger más bajas, no tener a nadie que te exija una productividad y que te paguen trabajes o no»


«De lo que se trata es de que el sistema sea eficaz, pero por desgracia ese es un tributo de la privada. No se conocen empresas públicas eficaces»


«Me hace gracia que la gente se eche las manos a la cabeza porque un paciente pague por la comida. ¿Es que cuando está sano no come? Si estás sano te pagas la comida, pero resulta que si estás enfermo te invitan»


«Si mi consulta me va mal nadie me ayuda, pero con un banco no hay más remedio porque el barco se hunde. ¡Manda huevos! No es que haya o no dinero, es que no hay más cojones, aunque a todos nos repugne usar el dinero público para pagar el empacho y las orgías económicas de querer unos beneficios brutales»


«Uno puede ser el mayor hijo de puta del mundo, pero si me viene con un problema y entra dentro de mi pericia le intento ayudar. No trato de forma diferente a un Nobel de la Paz o a alguien que lleva una pulsera de alejamiento por maltratador».

Francamente, aún no sé si proponerle como Médico del Año o declararle persona non grata. Pero es que ambos compartimos anhelos poco correctos, como hacerle la cara nueva a algún maltratador.

miércoles, 22 de febrero de 2012

La muerte en directo

La noticia sobre la muerte de Eufemio, el paciente de Bellvitge portador de un corazón artificial, me ha consternado. Sin conocerlo, siento cierto remordimiento de no haber ido a la rueda de prensa, y es que siempre que alguien se va de forma inesperada piensas, con razón, que podrías haberte portado algo mejor con él.

Esta vez no fui, pero he estado en otras ruedas de prensa similares, en el mismo Bellvitge y en otros, y me veo capaz de recrear cómo se desarrolló la liturgia. Sé que las profundas ojeras de Eufemio me hubieran impactado, que la alegría y satisfacción contenida que muestran los que lo han cuidado durante estos meses me hubiera conmovido, que la hermosa relación establecida entre cuidado y cuidadores me habría emocionado, que la sonrisa de los gerentes me habría dejado indiferente, y sé que habría salido de allí más confortada con el mundo, con una renovada confianza en esta sanidad pública que últimamente sólo da signos de asfixia.

No puedo dejar de pensar en Eufemio y su familia, que seguramente vivieron la jornada como un momento culminante del proceso de curación, como la confirmación urbi et orbe de que todo iba sobre ruedas; no puedo dejar de pensar en el cuerpo que se les habrá quedado a los médicos y demás profesionales que han cuidado de Eufemio y que se expusieron ante los medios sólo tras tomar todas las precauciones posibles; no puedo dejar de pensar en los compañeros del departamento de comunicación y en el gerente, que vivieron una de las peores pesadillas en el mundo de las relaciones públicas. No puedo dejar de pensar que la muerte es caprichosa, a veces esquiva con quienes la anhelan, otras implacable con quienes sólo buscan una segunda oportunidad.


viernes, 17 de febrero de 2012

De médicos rebeldes


Sin duda me hago mayor, porque me duele ver a los médicos y a sus insignes instituciones tan reivindicativas y politizadas en los últimos tiempos en vez de poder dedicarse tranquilamente unos y otros a hacer lo que sólo ellos saben hacer: buena medicina.

El ejemplo que me tiene fascinada es el de la Organización Médica Colegial, que esta semana nos ha sorprendido a todos llamando a los médicos y a los ciudadanos a la rebeldía. Si había que ir a las barricadas nunca pensé que fuera de la mano de la OMC, la verdad. Pero hay que reconocer que en contra de todo pronóstico se muestra más reivindicativa que los sindicalistas de camisa a cuadros, que estos mismos días han sido capaces de digerir sin mucho aspaviento una reforma laboral al dente.

Como ejemplo de su actitud reivindicativa, la OMC, que con Rodríguez Sendín al frente es no parar, denunció esta misma semana que hasta el 60% de los tratamientos de fisioterapia que financia la Seguridad Social carecen de cualquier base científica. Un negocio redondo en el que se están lucrando los centros concertados y los fabricantes de aparatos ante la indiferencia de los médicos prescriptores y de los gerentes sanitarios. Y es que, la verdad, algo olía a chamusquina en muchos de estos centros y en sus misteriosos aparatos, algunos sospechosamente parecidos a los que se ven en los centros de estética.

Médicos rebeldes… y constructivos. Quizá la rebeldía no sólo quite tiempo a la profesión, sino que empuja a mirarla con otros ojos. Según la OMC, el médico rebelde ya no puede desviar la mirada ante despilfarros como el mencionado y, al mismo tiempo, contemplar en primera línea cómo se recortan y demoran servicios mucho más importantes. Verlo para creerlo.

martes, 3 de enero de 2012

Recortes a tres bandas

«Virgencita virgencita, que me quede como estoy». Éste ha sido uno de los deseos más socorridos de este año a la hora de engullir uvas de forma compulsiva. A los que les va bien porque hasta el zopenco más engreído empieza a darse cuenta de que está cayendo gorda y  aunque tu núcleo familiar se mantenga indemne hay alguien cerca de ti que lo está pasando mal, es una mera cuestión estadística. Y a los que les va mal porque últimamente, y sobre todo por algunas comunidades «históricas», el día a día se empecina en demostrarte que se llevan los techos altos, o sea, que la cosa siempre puede ir a peor.

Es lo que les ha pasado a los profesionales sanitarios catalanes, que después de un 2011 de pesadilla enfrentan un 2012 en el que van a recibir a tres bandas:

1) por dedicarse a la sanidad en Cataluña, que sigue siendo objeto de un oscuro deseo recortista sin parangón en otras comunidades ni en otros sectores de la administración pública, léase policías o profesores, por poner algunos ejemplos. Esto les supone, de entrada, más paro, menos guardias y menos formación e investigación.

2) por ser funcionarios catalanes, que van a sufrir en recorte de emolumentos en torno al 10% durante el 2012 merced a una extraña epidemia, también autonómica, que está haciendo estragos entre todo tipo de complementos salariales. .

3) por ser catalanes pero también españoles, pues el nuevo Gobierno ha decretado un incremento del IRPF urbi et orbi que se añade sin más a la lista de recortes sufridos por los profesionales sanitarios.

¿Virgencita virgencita…?